ORUJO.



Pence vino ayer de Monforte con dos botas de caña altas de cuero gordo, y dos costales de cerdo bien curados y dos botellas de orujo añejado de pulpa de uva de la zona del xestal. Vino Nita, la boba, toda pintada, y el castrón de Richar que anda por la zona de las piedronas de Pembrokeshire aprendiendo el inglés. Bajamos todos incluida la tia Paula toda coja y el mulón de Papandreu a la cabaña de Suarna para ver bien el río entre los castaños y los abedules amarillos. Prendimos fuego de caroco de madroño y después de comer descorchamos el orujo. A lo que os voy es a ese olor, yo lo bebo a morro después de un trozo de chocolate negro y me quedo pensando mientras baja y te purifica y el río tiene ese poso de plata que parece un camino que no se acaba nunca, y parece la entrada del mismo cielo.

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