MIRO CUANDO VOY EN EL AUTOBÚS Y PIENSO.



Para Antonio Rodríguez que hilaba con telómeros
trozos de piel herida,
para la piedra desgastada de tantos rezos
sobre su borde ígneo.
Y también para Paula que levanta a su hijo
y se ríe para ofrecerlo en sacrificio.
Y el hombre encapuchado que siega las flores
y las colas de los lagartos, que asesina mariquitas,
y remata crisopas mutiladas.
Para los que vamos en este autobús
la mosca que vuela sobre la cara de Amanda
relativa en su avance.
Y la ciudad que pasa, el anuncio de pegamento
la oferta del banco sonrisas y la miel en un escaparate azul.
Para Sonia que se da golpes en el corazón
y para todo el amor
y mi mano que aprieta en equilibrio
y la grúa monstruosa que se eleva llena de vacío.

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