TREN.




Si no fueras viento una vez en tu vida,
si no lo hubieras soñado una vez
un viaje a una ciudad desconocida
los largos paseos
por el jardín de tu ventana
deberías estar muerto.

Una vez sólo la mano de tu madre
dibujando círculos alrededor de tus labios
el aroma a pan sobre su vientre.
Si no lo recordaras
deberías estar muerto.
Si no crees.
En ese calor. La leve blandura en que reposan tus ojos cerrados.
Deberías estar muerto.

Un motivo sólo
para estar en este valle aún.

¿Qué tal la belleza que observas en ti?
Superadas
noches interminables
su medida en los latidos que salen por tu boca
el prodigio de la inercia al despertarte
superados tortuosos pensamientos.

El rastro invisible que dejas para volver
al olor de tu escalera
sin esperanza.

Pensar otra vez.
en la longitud de los trenes que te esperan
sin ninguna mano abierta.




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