CASIOPEA.
No tuve
miedo por aquel prodigio. Tuvo lugar con los ojos cerrados, la
oscuridad dentro de la oscuridad.
Parece
que empezaba otra vez a escuchar las voces. Era una costumbre que
estuvieses dada la vuelta mirando hacía la cómoda, y a dos puertas
de armario. A mi me venían voces de Casiopea. Ya te dije como era
aquello. Después de pasado el cerrojo de la puerta de entrada, si tú
no hablabas, si yo no hablaba y me venían aquellas voces
persuasivas, no podrían proceder de otro lugar que no fuese de
Casiopea
Algunos
gritos venían de la quinta estrella, la más brillante.
Algunos
susurros de la tercera estrella, la más tenue.
Había
una gota de la ducha cayendo sobre la bañera en morse: una raya
corta y un punto, luego un silencio y la raya larga.
De la
cisterna manaba un chorrito indeleble y después de no sé cuántos
minutos era como si un asmático desesperado abriese la boca de
nuevo, se iba por la patita toda el agua.
Respirábamos.
Yo sobre
mi corazón. Mi corazón estaba en mi cuello, y llegaba por el
interior a mis oídos.
Cómo
puede ser esto, estar calculando, de un lado al otro mi obra de
teatro mental, personajes que desconocía. No sé cómo podía verlos
con los ojos cerrados. Las piernas articuladas, ahora hacía arriba,
ahora hacía abajo, ahora dando la vuelta, siempre con los ojos
cerrados.
Llevo
tanto tiempo sin trabajar que ya no sé cómo hacerlo.
He ido
posando las manos sobre mí como si fuera una orden divina. Me sentía
desnudo. Las manos iban bajando hasta acariciarme. Era una costumbre
juvenil empezar a escarbar con mi uña dentro del pellejo del
prepucio. En esos instantes las voces de Casiopea se iban. Me
arrimaba a su culo, le levantaba una pierna como si me fuese a dar
una coz y me masturbaba contra algo que era muy suave.
Era hoy
cuando empezó a llover sobre los cristales. Algunas veces antes
venía el aire y una brisa resbalaba sobre mi cara. Hoy no. Dijérase
que la lluvia flotaba desde poniente en suaves rachas.
De todas
formas...
-Por
las noches hay épocas en que los días empiezan a ser más cortos
como en los axiomas.
-No
sé si esto es ciertamente así.
No puedo
quitar de mi cabeza las voces que vienen de Casiopea.
Sería
horrible apretarle el cuello mientras ella duerme.
La
quinta estrella es la que más la odia.
-¿Debo
seguir pensando?, o actuar ya.
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