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Mostrando entradas de junio, 2014

BASTARME.

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Debería bastarme haberme encontrado ausente esperando que se acerque la lejanía. Hacerme la pregunta más antigua no vale la pena. Poder llevar mi viejo cuerpo, en los momentos de gran tristeza. Podría bastarme, sobre este calor que espera la lluvia a que huela la tierra, para quedarme quieto con todos los recuerdos.

ÉPOCAS.

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Diseñada para que el fuego en su costumbre, dejara luces de colores al quemarse su corazón, para que sus ojos siempre te dijeran algo en el sentido de voy abrir muchísimo los brazos. La había elegido para muchos años, desde aquellos tiempos en que posábamos la palma de la mano llena de barro, cuando el agujero de una botella podría ser  el fondo de un lago y el miedo inventó nuestros dioses una noche de verano. Surgió el sofá, la extraña campana de la cocina, y las puertas, y una ventana que daba a otros mundos con un trozo, arriba, de cielo purpura. Pasaban nubes. Pasaban los martes. Estuvimos mucho tiempo cenando -ella de lado-, casi treinta años, pasándonos cosas, el pan y todas las dificultades, los dolores de los brazos, a veces la lluvia. Nos divertíamos pensando en los secretos mintiendo con los ojos yo a veces soñaba que hubiera sido una diosa Freya de vez en cuando la luna en su equinoccio atravesando un tendal l

EL GATO DE SCHRODINGER.

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Obsesionado por esos mundos imposibles de lo que no se puede medir. De cuál era la mínima unidad que extendida en una curvatura me diese la distancia más ínfima de todo lo mensurable. Incluso esa particularidad de lo que no puedes definir en un mismo lugar, y por supuesto tampoco ni imaginar sus posiciones sucesivas que indiquen su trayectoria entre infinitas posibilidades. Lo había preparado todo en nuestra alcoba, de una forma fugaz para que su mirada no descubriera la novedad de la pistola escondida con su largo silenciador, el mecanismo de accionamiento, el rayo de luz invisible que debería detener su cuerpo al acercarse desde el pasillo y poner en marcha el fatídico mecanismo de accionamiento. Cuando estuvo todo dispuesto bajé al bar de enfrente para observar su llegada al portal. A la media hora la vi metiendo la llave, y salí precipitado tras ella subiendo por las escaleras, casi cuando el ascensor llegué al cuarto piso, y sentí la puerta de entrada cerrarse