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Mostrando entradas de noviembre, 2012

ES UNA GUARRADA.

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T engo una prótesis de cadera, dos puntadas en el promontorio del isquion. Doce fistulas interesfinterianas, sin abuso de terceros. Por decir algo para este medio poema. No me vengas con vaginitis. Apriétame. Sácame la leche. Otros vivos se encaminan sin tropiezos. Marchar, no. Mejor quedarse. Ninguna aventura baldía, nada. ¿Cuántos instantes antes del silencio total? ¿Toda reflexión implica pararse para pensar? Paseate con el dedo por todos los acontecimientos recientes, no encontrarás uno saludable. Y por qué todo aquí entre mis manos, sin poder hacer nada, hablando y hablando. Hablándome. Antes de ayer estaba en la misma posición, y ayer. No sé en qué tiempo debo decir amor. Las pequeñas pausas me desconciertan. Cómo van a proseguir después. Con qué tema. A veces me quedaba en la cocina después de tomarme un café con leche, la radio puesta y la cabeza entre las manos, y los codos apoyados en el mármol de la mesa. Me daba que pensar, un día

EN UN SANTIAMÉN.

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A veces en la escuela allá por noviembre encendían una estufa en forma de tubo, y de la estufa también salía un tubo en forma de tubo mas estrecho, y el tubo subía recto, luego se curvaba e iba recto otras vez a través de un cristal. A veces quemábamos leña de roble y olía a árbol duro, a árbol que tuvo miedo. El maestro olía a antibiótico y a cuarterón. Cuando me daba una hostia en la cara no recuerdo a qué le olía su mano, veía las estrellas. Dictaba el maestro trabalenguas, de esos que la lengua no sabe a qué atenerse y hay que aguzar mucho el sentido del oído. A veces yo tenía dos gomas, una blanca y otra azul que ponían Milán, y colocaba una goma encima de la otra, y como en el borde de la mesa había una curva me ponía a jugar como a camiones cargados de fruta, y arrumbaba, mientras el humo, ahora, casi trasparente se iba para el cielo llevando todos mis pensamientos. Yo me veo así, flotando, desde un lugar que me huele a pulpa machacada, y este recuerdo