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Mostrando entradas de mayo, 2011

Y NO SÉ QUÉ HACER.

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Hay un preludio y no sé qué hacer. Fueron más de cien veces los intentos. Las gentes se inventan pareidolias mentales, poemas sin significado. No dicen nada. Por ejemplo: Estuvo dentro de mí y sentí el reflejo de su alma. Eso es media polla caminando por el coño. O mi alma se estremeció porque sembraba palabras habladas sobre mi piel. Eso es que le come el chici a boca llena. Por lo demás, no me cuentes abstracciones, dime lo que piensas, sinceramente. Si me das la mano, es eso, una mano grande que te aprieta. Y lo que sientes es calor, sinceramente. Y si me miras me alegras. Y si lloras el mundo se me viene encima. Y lo que queda después es la soledad y el silencio. Tengo un preludio y no sé qué hacer...

ERA DE EXPORTACIÓN.

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El párroco nos decía, hijos míos, el placer está en vuestro cuerpo. Abusar de él. Luego nos absolvía. Yo no distingo lo que es original o lleva conservantes. Ahora bien. Si te metes un pepino por el culo lo contagias. A mi señora yo le metí un pepino muchas veces, luego yo chupaba el pepino. Ella era y es mucha mujer. Buscábamos el mejor del invernadero, los de exportación. Y aceites superfinos para el acabado final. Por la noche yo le enseñaba a Paquita aquel pepino. Manoseado por cuatro moros indignados de Tetuán. La noche no tiene mañana ni tarde, es toda seguida después de la media noche. Nos entreteníamos con juegos excitantes. A veces por delante. Se abría de piernas como un saltamontes y le metía un pepino de exportación -el más terso, seleccionado-, suavemente. Le daba vueltas. Era muy curioso. Yo era como un doctor. Le decía: lo sientes, mi cielo, me lo trajo  Abdel , era el más grande. Dime si lo sientes, mi amor. Y cosas... como me amas mi amor. Y le entraba todo, algunas

ES IGUAL.

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La postura es esta: yo boca arriba. A través de la ventana un conducto de ventilación. Boca arriba, incluso, con ciertos proyectos pendientes. Tú debes tener ciertos proyectos pendientes. Si no de qué estarías así. Incluso con ilusión. Lo que he ordenado ayer no me vale. Los objetos así no tienen ningún porvenir. No tienen ningún porvenir esas sensaciones que te arropan. Por ejemplo: que le quieres aún. Es indistinto. No sé qué hacer, quizás esta postura no es la adecuada: boca arriba. O dando la vuelta de lado. Es igual.

TU ALIENTO.

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Cólmame, en el sentido de la galbana, déjame como un minino durmiendo contra el sol. Los ojitos entreabiertos. Empieza de una puta vez a cortarme los pelos del pijo. Vete con tus deditos buscándolos en racimos, pódalos. Desenrosca los escondidos, no dejes los canosos, los cansados. Te espero boca arriba, tiernamente sometido. Cualquier cosa que me hagas es una caricia. Con tus manos, con tu mano, o tus dedos. El barbero me acaricia algunas veces, y me quedo con los ojitos medio abiertos, también, retoques en las cejas, en los lóbulos de las orejas, me peina. Tú me coges el codo y pasas tú manos, también, y mi piel se vuelve como la de una gallina desplumada. El autobús vibra bajo mis pies. Las maquinas que apisonan, cualquier cosa, antes de los adoquines. Me deja así, agilipollado, digo, entre aquella frecuencia traspasando la suela de mis zapatos, un temblor de tierra, embobado. Una vez en la huerta me baje los calzoncillos ante los vecinos, detrás de setos de arrayán y un sauce, y l

NINGUNA RAYA INTERMEDIA PISADA.

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Coger el ascensor, eso, nunca. Incluso, si he de andar a gatas andaré a gatas. Hoy desde el tercero hasta el descansillo del portal he contado treinta y dos escalones, y no es así, no es así, no es así, no es así, no es así. He vuelto hacía arriba, he vuelto hacía abajo y eran treinta escalones; aún así, he comprobado que eran treinta escalones volviendo a subir despacio. Pero quizás lo haya hecho mal y he vuelto a bajar contando, también lentamente, mi pie derecho primero, mi pie izquierdo después, otra vez treinta y un escalones…, por alguna circunstancia que desconozco hay un error, hay un error, hay un err or, hay un error. Hasta que han salido treinta otra vez, otras dos veces subir y bajar. Incluso no estaba seguro de que esa cantidad estuviese bien (habiendo coincidido perfectamente con la de otras veces calculada). -La he tenido que dar desesperadamente por buena-. -Y ahora cómo salir a la calle con este miedo de que algo choque contra mí. Un adoquín dos adoquines. Ni

ESTAMOS VOTANDO.

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Me gustan las pelis de Schwarzenegger y las de Chuck Norris, mientras tengo mi dedo en su coño, el dedo del medio de la mano derecha. Y la abrazo con el otro brazo, y con la mano del otro brazo comemos palomitas con la boca. Mi dedo de la mano derecha es de sesión continua. Ahora mismo: Gandalf caído en el abismo, poseído por Sarumán. Ponte encima de mí, cacho cerda –le digo educadamente-. Todos los cinéfilos se han marchado, machácame – le digo educadamente-. Como puede..., se readapta como puede: un brazo de ella, otro brazo de ella me abrazan. Sus manos cogidas sobre mi nuca, me abrazan. Está más caliente que una fragua: suelta vapor por las tetas. Su culo es un esplendor. Le huele la raja a verduras y a arroz con bugre, mi cachorrillo huele a cecina y a salmuera. Hay un líquido por sus pantorrillas pégalo todo . Nos encontramos cuando la reina de los Elfos se aparece como una virgen: daría hasta pena comerle el coño sobre los líquenes que reposan en las raíce

MUELLE DE GIJÓN.

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Le decían muil, o mugil, o múgil, o mugle, o llisa, o lisa, o liza, o albur, o cabezudo, o capitón, o corcón; pero a él no le importaba. Estaba debajo de la sombra del pantalán tomando el sol; y yo apoyado en la barandilla blanca del muelle mirándolo como abría su boca y la cerraba contra la fina superficie del agua. Yo soy viejo, era medio día y me arrascaba la polla por encima de los pantalones. Al medio día yo tengo arrugas y me huelen los gatos y los gatos huelen el pescado y de los bares me huelen las sardinas a la plancha y no sé qué hacer a estas horas en las que el sol es un pesado plomo que anuncia una tormenta. Me da un soplo el aire, el aire trae sonidos del puerto del Musel, y el borde de las montañas de la Campa de Torres asemeja a Cristo tumbado boca arriba como si durmiera la siesta mirando al cielo. Y yo soy otra vez viejo, apenas en unos instantes. Tengo una fotografía de aquí, a este lado, los tejados en blanco y negro, los ojos con cara de susto. Mi ma

Y A DÓNDE.

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No sé cómo decirlo. El haber llegado hasta aquí quizás haya sido un éxito. La verdad, ahora mismo, no sé en que orden he llegado. No me refiero en el aspecto de toda mi vida, eso es aparte, me refiero simplemente desde ayer hasta hoy. Digo desde ayer, porque ayer no estaba nada animado a llegar hasta hoy. Y hoy sigo pensando temporalmente que quizás no quiera llegar hasta mañana – ¿es el típico juego de palabras?-. Al despertarme de un sueño profundo pensé que ya no estaba aquí. Cuando uno se despierta retoma los pensamientos inacabados del día anterior. Me di cuenta enseguida que seguía en el mismo sitio en que me había dejado ayer abandonado. Me abandoné a las doce de la noche mirando boca arriba. Luego di varias vueltas indistintamente a izquierda y a derecha mientras pensaba obsesivamente en si debía llegar donde ahora mismo me encuentro, en el mismo sitio que ayer, otra vez boca arriba, pero ya por la mañana. Es difícil asimilar todo esto, pero no es un juego de palabras, no

ESTE HA SIDO EL ACONTECIMIENTO.

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                             ...un acontecimiento repentino ha sucedido. Todo ha cambiado de repente... Sí.          Por así decirlo. Cual es el mayor acontecimiento de tu vida. El mayor acontecimiento no es haber rozado con tu mano  a un famoso prócer. Ni haber estado en el meridiano más extremo de la tierra, habiendo dejado documentos fehacientes de tales hechos. No. No lo dudes. No seas infantil. El mayor acontecimiento de tu vida es aquel que marca tu destino para siempre. Me había mandado al infierno innumerables veces: vete al infierno , me decía, así, a secas, que te pudras en el infierno. Pero yo no me iba al infierno. Según la nueva teología, el infierno es un estado del alma en nuestra existencia misma. No en el más allá, no; en el más acá. Deduje: me había mandado al infierno innumerables veces, me decía, supuestamente: vete a tú alma de una puta vez , y yo me metía allí dentro, en mi alma, a pudrirme. Cuando era niño leía libros de aventuras. Tuve una infancia relativam

LA PUERTA ABIERTA.

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Qué extraño. Hubo una vez en que se abrió una puerta, y se me vio llorar. Y varias veces más de esa forma en que llegaba la mañana. Obligados a movernos. Hay muchos recuerdos de tantas veces llorando, las manos aún diminutas, y acaso levantadas. Recuerdo, siempre levantadas. He descontado todos los días que han quedado hasta esta hora, y no queda nada. Un día y otro, fueron soplos. Mucha noches largas, quizás, días cortos, días inacabados, días acabados, quizás. De todas formas, si abres la puerta estoy ahí. Debes abrirla. Esta noche, creo, que no hubo noche, quiero decir que no me importa. Ya no hay leves besos, ni las manos con el calor acostumbrado. Me sabe esta mañana a no sé qué. Y es un prodigio que aún pueda llorar. Si alguien quiere verme puede abrir mi puerta. Pensaré que hubo una vez en que estuvo mi puerta abierta.

LA INMENSIDAD DEL DÍA.

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La inmensidad es un acontecimiento en sí mismo, si llegas a torturarte mientras la contemplas. Le he dado tiempo para que suceda. Permanecí parado para que todo fuese sucediendo. Primero nubes de todas las formas posibles, variaban porque se movían. Luego el sol transparente que trataba de filtrarse entre las nubes. Luego el azul pleno y sólo el sol desde cualquier lado alumbrando todo el paisaje plenamente. Sucedía todo eso y le daba tiempo a suceder. Sentí aquella sensación de que todo era ambigua nitidez. El horizonte muy amplio se veía más que otras veces, más lejos aún. A cualquier punto que mirabas, dando lentamente la vuelta en círculo, había infinitas posiciones ojeando a cualquier punto. Demasiado amplia la raya quebrada del horizonte en todos los puntos que mirabas. Qué angustioso era todo aquello. Me empecé a dar cuenta lo lejos que estaba de mi escondrijo. No sabría decir cuánto. No sabría decir cuánto había caminado hasta aquí, ni desde dónde. Acaso varias leguas, una le