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Mostrando entradas de noviembre, 2010

NO HAY OTRA FORMA, ES LA PURA REALIDAD.

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Una paradoja todo aquello. El techo era un fondo blanco y puntitos azules salpicados, y dos focos de luz amarillenta alumbrando hacía arriba, aquello no era cielo ni era nada, tampoco importaba; de algún lugar llegaba el sonido de una fotocopiadora con ese rasguito de autómata. Y otra vez me dice qué hacía allí, y yo le dije lo que le había dicho media hora antes, veinte veces repetido, había visto la puerta abierta , y entonces me da una hostia suave y otra de repente, que ya me hartas, que te voy a dejar como una cremallera, so capullo. Había una ventana taponada y la luz del techo, que como ya dije tenía estrellas, y detrás de aquel forzudo una mujer en la sombra. Me levantaron las mangas de la camisa de los dos brazos y encendieron un flexo que abatieron, luego me miraron los dedos, luego la cara, luego lo dejaron sobre mis ojos, y cuando lo quitaron era como un resplandor. No fue mucho tiempo con aquella claridad brillante, así -fue así-, una mano abierta de mujer la que golpeó do

ESTO FUE EN EL DIARIO DE AYER, PÁGINA 286.

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Me quedaron tres gotitas en los calzoncillos y voy húmedo y muy mal a gusto. Te queda esa humedad ahí, y con el frío que hace te da como respingos. Cuando voy a mear en el invierno siempre me pasa lo mismo, la busco desesperadamente porque me viene el borbotón por el camino y luego al final la cato el pellejo hacía delante, una y otra vez, y sale un último chorrito; pero muy al final, las tres gotitas, y este frío que me hace encogerme hacía delante.Todo muy al final.  Me incomoda ir ver a Fátima con esta humedad, algunas veces al llegar lo primero que hace es chupármela y me da un poco de vergüenza, noto que aparta la cabeza. A los viejecitos nos viene este olor repentino a sal, y cuando te la descapullas al mear te huele rancio con salinidad emergente.Los viejos olemos de forma diferente.  El culo siempre me lo lavo en el bidet, y me miro los calzoncillos por si queda algo de mierda marcada; en el bidet, me paso la manita cuidadosamente para no dejar rastros restregando bien con pape

COMO NO VENGA ME LA CORTO.

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Te cuento. Me estaba zampando esta tarde una tarta de chocolate que me sabe a castañas valdunas, cuando al acabar de saborear un delicioso pedacito con café con leche, me da por meter la lengua en el paladar superior entre la encia y el labio, oyes, y que me doy cuenta que nunca había estado allí. Pues bien, llevo media hora pasándome la lengua por esa zona, como si fuera novedad, y me da un no se qué el no haberlo conocido antes. Si es que somos de grandes como los Apeninos, y la mitad no lo conocemos. Que eso, ni a nosotros mismos. Ando como nervioso esperando que no me hayan dado el timo de los mailes. Llevaba tres meses que me llenaban el correo de spam, ya sabes, esa panda de gilipollas que te dicen que son de la base de datos de Caja Madrid, o de la Caixa, y que te ponen que te han renovado el código de la tarjeta, o aquellos otros de que te puedes ganar tres mil euros abriendo una cuenta en no sé donde, o los otros, coño, en inglés (yo muy desconfiado siempre). Pues entre tod

CASI ESTARÍA SATISFECHO.

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Si estuviera prisionero y me mandara besos un morrongo en el patio, mientras cuento pasos, estaría nervioso a medias (de algo hay que morirse), y si estás indefenso y eres carne fresca, que te den por el culo es un mal menor. Un moratón en un brazo, es un moratón, fue contra la puerta de la cocina el día en que yo saqué a Laika al chorrito de pi pi. Y tú lo sabes: ni un roce, ni una mala mirada, ni nada de nada, en el fondo nunca me has querido. Fue una venganza. Prolongamos. Hagámoslo más largo. Esto es la existencia. Estoy al lado de un portalón de hierro y casi soy libre, me falta lo que me separa de aquí al autobús. Pero lo triste es todo esto que me rodea. No quisiera que estuvieras en mi piel al mirar el cielo -casualmente gris oscuro-. No sé a donde tengo que ir, o a donde debo ir, no se nada de nada, nada nada nada. Hubo una vez una perrita llamada Laika que tenía tirabuzones y yo la pastoreaba en el parque cada segundo día a eso de las seis de la tarde. Desde tú centro sale u

NOTEMELAFEITES, SOBORRICO.

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Tomé un café tan largo que ahora mismo derramo lágrimas de un pardo oscuro de los nervios que me tengo, y es que estoy muy nerviosillo; la Catalina está ahí dentro y va a dar a luz el primer niño. Esta máquina de la tercera planta da cafés como miel de espeso. Le dije al Doctor, por lo que más quiera, no la afeite el coño ni me lo toque a mi gachí, yo cuando la cubro me enrosco a ella como una culebra y le voy al muñón en la oscuridad por ese salado que suelta. -Ni me pierdo que sé adonde está. Le dije al Doctor, si me la pelas te canelo, y le dejo salir todo el aire a la cortada para que te mueras ahí mismo, míratelo bien galeno de tocar con la cuchilla esos tirabuzones de judío que tiene la Catalina en toda la regaña. Si el niño se ahoga, le das vueltas y lo desenroscas. Cómo me atrae la pastosica de la progesterona y los juguitos del gusto mezclados con los pelicos. Si es que me enyerbo Me cago en tú puta madre si te atreves a afeitarle el coño, díselo a la comadrona. A mi la Catali

NADA QUE OBJETAR.

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Cuando se abraza a alguien que te da mucha pena ves a la gente rozar su mano sobre la espalda, y yo aún no sé por qué lo hacen, es como si te trataran de quitar alguna pelusilla, y tú sientes aquella mano subiendo y bajando que casi es como una caricia, pero no es una caricia, obedece a un gesto no sé si premeditado. Si te pones en mi lugar durante unos instantes te lo agradezco, vístete como yo, ponte mi cara, camina como yo, gesticula como yo (y la voz), pon esa voz que pongo yo en las causas difíciles. Quédate aquí y recíbelos a todos, cada uno con su historia (inventada) semejante a la tuya, únicamente para consolarte. Y si puedes llorar como yo, mejor que mejor. Suelo ser de lagrimeo constante, esas insidiosas gotitas que se deslizan por los pómulos en forma de gotas de capilaridad perfecta que ni deforma la gravedad (y tan transparentes). Las manos vienen y van y hay alguien que huele a alcanfor cuando te da su cara, y notas su cara con aquel olor de armario, pero no sabes qui

BONGO.

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Ya casi al amanecer, ebrios de alcohol, impusieron aquella promesa. A Bongo no le gustaba aquella ruleta. Había 1780 euros sobre la mesa. Eran tres y muy hermosas, con sus ajustadas braguitas. Una de ellas estaba con la luna. De las tres escogías una y la debías de comer con pleno fulgor, hasta acabarlo todo. Si lo hacías bien, y no dejabas nada, los 1780 euros eran para ti. A Bongo le dieron vómitos. Y se tuvo que pegar un tiro dentro de los asquerosos inodoros. Esa era la regla. El ser humano está lleno de incertidumbres.

ABRIGUITO AZUL.

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La paloma se acerca a los gusanitos y mis zapatos están al lado de los gusanitos y el niño viene con ese caminar inestable a cogerle los gusanitos a la paloma y la paloma se marcha y el niño coge un gusanito y lo levanta y en vez de tirarlo hacia delante lo tira hacia atrás porque los niños no saben tirar gusanitos a las palomas y la paloma se hace la despistada y come el gusanito que tiró el niño y la paloma se va así no sé a donde. Yo tengo un periódico y estoy sólo y el sol está ahí arriba porque ha dejado de llover y entre las nubes nos apunta leo el periódico con una sensación de que no leo nada este instante en que estoy mirando al suelo y el sol viene a acariciarme parece abrigarme con un ligero sopor de ojos cerrados y pensamientos que no logro descifrar. La madre llama al niño y el niño da vueltas con un abriguito azul.

Y TÚ DESCANSAS.

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Cuando me hablas así, hay un atisbo, un pedazo de ternura como si lo hubiera encontrado en el mismo cielo cuando lo miro desesperado, y luego también me dices que me acaricias porque algunas veces tú mano se vuelve tonta, pero sabes que encontrarme contigo viene siendo habitual desde hace treinta años, en esta cita, subimos a acostarnos cada vez más lentamente, cada día, y no hay vacío, ni un lado ni otro, tú el acto del amor lo haces pulcro, como si tuviera que oler a lejía a la fuerza, premeditadamente te das la vuelta y es una costumbre del uso, intuyo que te abres las piernas sin poesía, sin un atisbo de caricias, y no lo hacemos bien, lo que se vacía no es el espíritu ni el alma, yo me quedo vacío y tú descansas.

Y VEN A BESARME MUCHO.

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Estar loco es decir poco, estar con ese desorden de pensamientos, estar pensando en el futuro y estar sin salida, estar joven y pensar en estas cosas, pensar que se está abocado al desastre siendo, aún, verdaderamente, tan joven, estar elucubrando el qué será de mí.Y estar, no sé cuantas veces podría estar diciendo estar estar estar, se caería el cielo sobre mí como un papel transparente y no dejaría de decir: estar estar estar. Algunas veces me da por una palabra, y no es que poéticamente quede bien en el contexto. Se apabullan las palabras idénticas, no queda hermoso. Estar estar estar, y qué más da. Soy un puto soplapollas y un come y come. A mi trabajar gratis no me gusta. Pero ahora me viene tú cara, cierro los ojos otra vez, y pienso en ti. Mi cabeza está así y así, todo el día así y así. Yo si te besaba era para poder cerrar los ojos y darle a mi lengua muchas vueltas dentro de tú boca, hacerte el molinillo y beberme tú saliva. Y cuando te besaba no era cuestión de pensar en el

Y UN DÍA LA VOY A COGER, YA VERÁS.

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Cuando lo hacíamos yo siempre me ponía encima, y así nació: Milagros, Crispin, Cecilia y Carlos. Yo siempre encima. Por Santa Catalina que fue un veinticinco de noviembre de hace cuatro años fue lo de Carlitos, y ya dije, uno y no más, y yo entonces me capé en secreto. Para que decirlo a nadie. Aproveché que ella bajó con la madre quince días a Oviedo a casa de la otra hermana, y yo tenía vez en el hospital de Jarrio, y me lo adelantaron. No se enteró ni el tato. (Lo bueno es que no tuve que afeitarme el capullo, y lo que te queda es como una picadura de mosquito grande, y algo hinchado.) Con Margarita ahora me gusta follar de pie; como si viene con la cántara de leche de la cuadra, allí se la clavo, en la escalera. Yo follar follo metiéndosela bien de una vez a lo tirón de anzuelo, primero le pongo la mano en la pechuga, luego se la bajo al coño y busco la dirección, y es de abajo arriba, varias veces, no cuento, va rápido (la Marga mira para otro lado, siempre me dice eres un puto co

TE ESTOY ESPERANDO SENTADO EN EL PASILLO.

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A eso de las tres de la mañana el viento silbaba porque pasaba forzado por alguna rendija que desconozco, se deslizaba por las dos caídas del tejado, se arrimaba a las ventanas y no podía entrar, o agitaba la antena de la televisión por donde están esos redonditos de aluminio como dedos abiertos, iguales que las ramas de un árbol seco. Pero no silbaba como un alma en pena (eso es mucho suponer), silbaba llevando ritmo de bolero, y algunas veces parecía que fuera la danza del fuego. El caso es que silbaba así. Interprétalo como quieras. Si alguna vez escuchas el viento, imagínatelo igual que si estuviera imitando una balada hecha con músicas extrañas. -Decir una sinfonía era mucho, aunque algunas veces también pensaba en Carl Orff modelando con sus manos aquel silbido a lo Carmina amatoria. - Pero yo me puse a elucubrar sobre la muerte. Pensar que te vas a morir en ese mismo instante es un paradigma filosófico. No sé si Sartre habló de ese sentimiento. O si en el existencialismo tiene

NO HAY PEOR COSA QUE UNA MUJER DECENTE.

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Loverinbaby cogía la baqueta sin ninguna finura, como una sucia barriobajera, incluso te hacía daño de lo apresurado que lo hacía, era como una serie de fabricación, lo escupía todo sobre un orinal de loza lleno de estrellitas, y llamaba a otro. Hubo un tiempo en que sentir era pernicioso, aún hoy lo es cuando te acucia esa necesidad que tienes en los momentos extraños en los que piensas (cuando ves ojos hermosos en la calle), que subir a ver a Loverinbaby era una solución corriente, rápida y económica si necesitas caricias. Si vienes de trabajar y te tiras del autobús entre las hojas del otoño y vas desesperado es conveniente redimirse, y subes a la fábrica de Loverinbaby, una norteña echada en años que no se pinta la boca, y que se ha acortado el pelo para no tener que ponerlo sobre la nuca. Como si fueras al dentista o al peluquero, Loverinbaby es una profesional, te coge la polla de la misma forma que un desatascador, te la manosea un poco si está flácida, si estás demasia

DEDOS.

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Empiezo a tener síntomas de la dichosa dehiscencia folicular y necesito que alguien me meta el dedo, y que perdure el dedo, y que me remuevan sigilosamente mucho tiempo metido allí. He sacado un capote inglés extraviado desde ayer, tirándolo por la ventana sobre el toldo de la cafetería las Pérgolas. Mi marido, aparte de inofensivo, es un olvidadizo. Añil el día; (él) todo el día fuera, es como si tuviera ansiedad y sólo veo dedos. Tengo muchas horas por delante para abrirme el corazón y las piernas.

DOS ESTADOS.

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ESTADO UNO. Pues también recuerdo que una tarde vi una serpiente de esa forma que andan las serpientes atravesando los caminos en medio de Junio y en medio del camino, así, no sé cómo decirte, pon el brazo haciendo vaivenes y los dedos juntos y tu pulgar debajo de los dedos, me es indiferente la derecha o la izquierda, y ahora la mueves ondulando; así iba la serpiente, como tú mano, por el medio, burlando piedras, temerosa; y eso que era una serpiente. Yo era niño e iba caminando con los libros de la escuela en una maleta de madera que tenía un tulipán dibujado en la cubierta, no intentes hacer de niño porque no lo conseguirás, el caso es que era niño e iba por el camino, y vi una serpiente como tú brazo zigzagueando, como si te hubieras acostado sobre el suelo y quisieras asustarme. Me quedé en el medio del camino, ese era el punto, y me entró un gran susto, quizás fue esa cosa en el estómago que era el miedo. Salté hacía atrás. Y entonces en aquella tarde de junio el viento se arremo

GARRULO IMAGINATIVO CASADO Y BARBUDO.

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Perdóname, ¿vale?, sólo te he pedido que me dejes afeitarte el coño, no es nada del otro mundo, que te tires en la cama y te abras las piernas y que me dejes y que me dejes y que me dejes posarte la espuma Gillette , y que me dejes y que me dejes y que me dejes repartírtela con los dedos o la brochita, y luego pasarte esta Gillette Fusión Power; qué no tengas miedo mujer, que no es un anuncio , es que me encantaría, y te prometo que no te cortaré; por estas, ¿vale?, que no te cortaré; su eficacia es casi infinita en cualquier inclinación . No te pongas así, ¿vale? ¿vale? ¿vale? ¿vale? Anda mujer, desnúdate, ponte la bata y ábrete de piernas. No quiero llamar otra vez al misionero , es que me aburre cuando me empuja el culo. Cuando estés rasuradita, te lo como te lo como te lo como y te lo como ; ya verás como te gusta y quieres más. -Con Gillette Fusión y espuma Gillette, no se te resistirá. -¡Garantizado !

NO HAYA OTRO MUNDO PARA VERTE.

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Perduras. Y te me haces en mi boca como si fueras un caramelo de vainilla. Y te recuerdo cuando íbamos a donde el agua era como orujo, traslucido, que en cada gota iba un reflejo con nuestras caras dibujadas, tus coletas no cabían, tus ojos eran así, no sé cómo decirlo. Y olía a alcohol y a hierba buena. Y luego las chimeneas, que en Noviembre dejaban humo muy largo encogiéndose por el viento en una carretera infinita que sobre el cielo parecía un rastro difuminado de pensamientos. Y ya estábamos enamorados como si el mundo fuera a acabarse y en el coche de línea llegase Satanás para santificarnos por todos los segundos de los segundos, no hacía falta contar por siglos. Y estabas allí con tus manitas en forma de corazón que me apretaban despacio para transmitirme latidos y latidos. Y éramos niños de hace tantos años que apenas si existimos. Y no sé nada de ti. Y te recuerdo, por si acaso tengo que morirme, y no haya otro mundo para verte.

COMIDA.

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He devorado un trozo de sentimiento como si fuera un solomillo poco hecho, a trocitos.Me había sentado donde servían cosas realizadas con amor, con un toque de comida llena de colores, como un Miró de viandas en una fuente plana llena de filigranas; y como no había guarnición te metí en el plato, y estabas cojonuda, te comí como si hubiera ido al Polo Norte y hubiera vuelto en unas horas, sin levantar la mirada, sin encontrarme con tus ojos. Ahora te reposo, te llevo aquí dentro y pienso regurgitarte para recordarte y ponerte otra vez en mi boca. -Son cosas de sabores. -Sería dichoso no volver a tener hambre. -Me da que no tengo para pagar la cuenta.

EL NIÑO QUE TENÍA LA CARA DE UNA POLLA.

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Ayer vino de Utebo la prima Clara, le trajo aquel cuento de boca a la Mara, pues no es por nada, pero a tú niño se le está quedando cara de capullo, qué para que, fíjate en esta foto lo guapa que está quedando mi Marinita. Cuando llegué traía la espalda como una tabla de saúco, dolorida, la excavadora me está moliendo a palos, olía mucho a café, y aquel guirigay, las dos en la cocina tiradas por el suelo agarradas por los pelos, los cubiertos hechos añicos, amos amos amos, qué hacéis, se llamaban de todo, de hijas de puta para arriba, yo ya sabía que al niño le llamaban caracapullo en la escuela, pero por lo menos ahora está gordito, hace un año estaba tísico con piernas de alambre, y eso que ya va hacer la primera comunión en la iglesia Mudéjar, la que está desgastada por el pico, enladrillada, y tiene una cúpula que no sé como se sostiene, a Servandito le compramos un traje de marinero y un escapulario de madera y un misalito con tapas de nácar, con un corte de pelo a lo orinal

PÚRPURA.

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Había un atardecer de esos que tienen todos los colores en uno sólo, eso que es azul, luego un poco rojo y todo se acaba difuminando en blanco para pasar al negro más absoluto. Bueno, quiero decir eso, púrpura; para que te lo imagines. Yo estaba allí sentado sobre la hierba pensando que tenía que volver a la ciudad aunque nadie me esperaba. Si vas a ver un atardecer habitualmente hay un precipicio, una atalaya y muchos más locos desesperados mirando aquello tan indescriptible y único. Te haces reflexiones. Por un lado no puedes dejar tú mente en blanco. Tú y los otros locos mirando, ah, y los enamorados como flotando en el deseo y en cosas de la carne. Pero el atardecer cambia, va presumiendo de colores, hasta morirse el horizonte sobre un manchón muy negro. En estados existenciales, nuestra mente sólo administra sensaciones. El estado existencial es una alucinación de la realidad. Si giraba ligeramente mi cabeza, la ciudad estaba allí a lo lejos como un carrusel de luces de colores. U

SOBAOS DE ASTORGA.

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Tengo mi casa llena de sobaos de Astorga de tanto que he pasado por la caja del Mercadona para mirarte a los ojos. Ahora que te lo he contado ya lo sabes. Y no me da vergüenza decirlo: me jarté de sobaos. Caminas aún como si me llevaras metido dentro de ti, y yo ando alelado con esa risa beatífica a lo Murillo que me pones, como si anduviera encantado por el don del amor. En el autobús se me aprecia un aura de santidad con cierto resplandor fosforescente, y me dicen, oiga, usted es un santo, con esas pupilas tan dilatadas, porque cuando me mira usted se me quitan las penas, tóquele a mi niño en la cabeza, lleva desde hace dos semanas unas anginas de caballo; pues póngale cataplasmas en los cojones, no te jode, con la pécora, o lléveselo a Benedicto (el dieciseis). Pero si es que sueño que te llevo la polla metida hasta el mismo anillo del condón, aquí al lado del conductor urbano, y como se mueva mucho a tirones palante y pa tras y pa los laos, creo que me voy a correr de gusto sob

PARA SABER QUE AÚN ESTOY VIVO.

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Con una mano voy comiendo pistachos dorados y con la otra llevo a mi abuelita cogida de la cintura, mi abuelita es muy menuda, y yo no tengo otra cosa que hacer que comer pistachos y ponerla sobre una silla mirando a la ventana. A la abuelita le pasas la mano como si fuera un limpia parabrisas y no se inmuta, no se le mueven los ojos, los labios los tiene un poco abiertos y se le cae un hilillo de baba transparente, mi madre le pone un pañuelo y un rosario entre las manos, pero es un poner por poner, o por la costumbre de cuando hacía aquel bisbiseo e iba contando las perlitas hacía un lado. No sé cuando morirá mi abuela. -¿Y si se muere pronto? Mi madre me dice que si se muere mi abuela las vamos a pasar canutas. Me llamaste tú por la mañana ya lo he visto en mi móvil, pero como que hoy no puedo ir, estoy viendo las flores rojas de los geranios de la ventana, y el edificio de enfrente, y

CELOSON.

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Llegó; y así según venía la besé y mi lengua recorrió todo su paladar, incidiendo mucho en los molares y premolares. Yo la beso así, por si encuentro a alguien escondido, y mientras lo hago registro palpando su ropa: algunas llevan al otro debajo. Luego me dio la mano y le miré las uñas con las gafas de cerca por si había rastros de piel, siempre quedan restos de caricias (escamas del otro), los hay muy sucios que tienen la piel como la lija del catorce. Y la olí como un perro. Allí mismo. Es conveniente debajo del vestido, y por la zona de la bragueta (si llevan pantalones), quedan miasmas, efluvios de perfume corpuscular en la zona de las ingles. Hay hombres que se perfuman por ahí, para que se la mamen más a gusto (a pesar de todo, ella no me parece una mamona, pero no me fío). Su bolso. Dame el bolso, anda, mujer, siempre me gusta mirar lo que llevas; y dame otro beso, esta vez méteme tú la lengua, tengo que revisar tú frenillo. Y el paraguas. Ábrelo. Dijo Noviembre que nos poní

Y NO DILATAN.

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Le estuve dando por el culo a un extraterreno pero no me gustaba nada. No hay como lo de este mundo. Siempre me decía, pues yo soy de la galaxia Seyfert y allí lo de darnos por el culo es algo muy normal. No hace falta pedir permiso. Para entendernos yo le llamaba Ciclotrón, por la forma que tenía de moverse, como en círculos ovalados, con movimiento armónico acelerado, eso lo hacía pero que muy bien. Lo de moverse. Lo que no me gustaba era su boca, sabía a silicona de sellado, muy mineral, tirando a barro de camino, ocre, nada que ver con sus pedos que olían a uvas machacadas. Lo bueno que tenía eran sus orejas, en la última envestida las cogía a dos puñados, y daba aquella voz sintetizada, como diciéndome: ahí, aguanta ahí, dale ahí. Los cuerpos cavernosos se me ponían hinchados como las croquetas de la abuela. Me viene un día, búscate a otro, a mi no me jodes más. Fue una mañana de Septiembre, lo recuerdo, gris militar en el cielo, en el parque Güell , se sentó sobre un lagarto